Soy Fran Valencia, el de abajo.

Cuando era pequeño, ver a mis abuelos con dolores hasta en la punta del pie era lo normal.
Y los problemas para andar, vestirse, ducharse o levantarse del sofá ya… ni te cuento.
Ahí, yo pensaba… «Bueno, es lo que toca cuando tienes esa edad»
Lo interioricé hasta el punto de que pensaba que estaban “bastante bien” para lo gastado que tenían el carné de identidad.
Ahora sé que estaba muy equivocado.
Con el tiempo, tras estudiar fisioterapia y especializarme en personas mayores, entendí algo que me marcó para siempre:
«El dolor diario y el no poder hacer cosas solo no tienen por qué acompañarte hasta el final«
Pagaría por haber sabido de niño lo que sé ahora y haber podido darles unos últimos años inolvidables para ellos y para mí.
Sé que ya es tarde para ayudar a mis abuelos, porque fallecieron antes de que empezara la universidad.
Pero no lo es para muchas personas mayores que viven en Jerez.
Por eso le pongo todas mis ganas a lo que hago.
Porque detrás de cada ejercicio, cada mejora y cada sonrisa…
Siento ahí a mis abuelos, mirándome desde el cielo súper orgullosos de lo que estoy haciendo.
Y cuando los hijos de mis pacientes me llaman o me escriben y me dicen cosas como:
“Mi madre está mucho más animada”
“Ya no tengo que estar todo el rato pendiente de si se va a caer”
“Mi padre ya no se queja tanto y va como una bala con el andador”
Sé que estoy exactamente donde tengo que estar.
Si te da curiosidad conocer la historia que me llevó a trabajar principalmente con personas mayores y quieres conocerme un poco más a fondo, mira abajo.
«La rara, apasionante y real historia de mi vida»
Como ya sabes todos mis abuelos fallecieron cuando yo era niño.
Para mí, ver como mi abuela pasó sus últimos años era normal.
Silla de ruedas para acá, silla de ruedas para allá, no poder levantarse sola del sofá, ayudas para la ducha, vestirse…
A mí me daba mucha pena, pero claro, “era normal”, era mayor…
Entiendo que esto te puede sonar, porque es lo habitual.
¿Tienes algún ser querido en esta situación?
Años después, entré de rebote en la carrera de Fisioterapia.
Sí, totalmente de rebote.
Porque yo quería estudiar para entrenar a deportistas de élite.
Pero, mis padres no querían que estudiara “solo eso”. Y encontraron un doble grado de Fisioterapia y CAFyD (deporte), en Madrid.
Total, que “obligado”, para Madrid que fui.
¿Qué pasó allí que me hizo tomar este camino?
Te puedo asegurar que, nunca me habría llegado a imaginar lo que estaba por venir…
Cuando empecé la primera materia de Fisioterapia estaba muy perdido. Nunca había ido a una sesión y no sabía lo que hacían.
Pero, pasaron los años, fui aprendiendo y me fui apasionando de la Fisioterapia y el ejercicio.
Hasta que un día empezaron las prácticas y…
Ahí se encendió un fuego en mí que empezó todo
En mis primeras prácticas en Madrid (en 2018) llegó a la clínica un señor de 90 años en silla de ruedas acompañado de su hija.
Nunca olvidaré esa imagen, NUNCA…
Pedro era un señor con cara de pocos amigos.
Acudió a la clínica, al decirle el geriatra que tenía que hacer rehabilitación, porque estaba muy débil, sin haber tenido una operación, solo por haber perdido función debido a la edad.
Cuando hablé con él, me dijo:
«No confío ni en el médico ni en ustedes, porque tengo 90 años y mis días de levantarme solo de una silla y andar se acabaron hace 6 o 7 años. No tengo ganas ni motivación para vivir más. Pero mi hija es tan pesada que ya no la soporto y he decidido venir».
En aquellos entonces pensaba igual que él y por mi cabeza solo rondaban dos preguntas (que probablemente también tengas en la tuya):
¿Vamos a conseguir algo?
¿Será una pérdida de tiempo?
Quizás te sorprenda lo que pasó con Pedro poco después…
Día tras día, Pedro fue a la clínica con la misma motivación y ganas que los anteriores, es decir, ninguna.
Cada día nos ganábamos un poco más su confianza y descubrimos que era un señor al que le encantaban los cotilleos.
Y, un día cualquiera, tras pillarle desprevenido y sabiendo lo que hacía.
Mi tutor le dijo desde la puerta de la sala…
<<Pedro, ¡Ven, rápido! ¡Mira quién ha venido!>>
Sin pensarlo y con unas ganas terribles de cotilleo…
Se levantó.
¿Como si tuviera un paso de semana santa a sus espaldas?
SÍ.
Pero solo, sin ayuda…
Justo en ese momento, se quedó como si hubiera visto un fantasma por el pasillo de su casa a media noche.
Yo sentí ese mismo frío que te cala hasta los huesos de pies a cabeza.
Y entonces…
¿Qué pasó entonces?
Entonces,
En menos de una milésima de segundo, le agarré por si se había mareado, le había pasado algo, por si se caía, lo que fuera.
Y, tras dos eternos segundos de silencio…
Comenzó a llorar
Estaba en un mar de lágrimas
En el océano pacífico de las lágrimas
Pero no de pena.
Tenía una sonrisa en la cara que no había visto en mi vida.
Y nos dijo:
«Estoy bien, tranquilos. Os voy a dar un abrazo enorme a cada uno. Me habéis cambiado la vida y me habéis dado motivos para seguir con esto. Ahora tengo la oportunidad de volver a vivir«.
Creo que no hace falta que te describa el abrazo y los besos que le dio a su hija (esa a la que le decía constantemente que era una pesada con este tema) cuando llegó a recogerlo ese día a la clínica.
Entiendo que ahora mismo te lo puedes imaginar ¿Verdad?
Toda la alegría y emoción de ese momento entre aquél padre y su hija…
Al acabar la jornada ese día y sentarme en el coche para irme a casa.
Se me pasaron tres cosas por la cabeza.
La primera
Que en ese momento supe que nunca tendría la oportunidad de hacer que mi abuela volviera y viviera de la manera que podría haber vivido con lo que había aprendido ese día con mi tutor, Pedro y su hija.
Pero, me di cuenta de que tenía en mis manos la oportunidad de hacer que todas esas personas mayores, que siguen con nosotros, puedan tener la esperanza de tener un futuro mucho mejor del que ahora se pueden imaginar.
En definitiva, que puedan vivir su vida, en vez de, solamente, pasar por ella.
La segunda
Que haré todo lo que esté en mi mano para que mis padres no tengan que pasar por la situación que pasaron Pedro o mi abuela y que actualmente pasan muchas personas mayores de 75 años en Jerez, España y el mundo entero.
Lo haré para que puedan aprovechar todos y cada uno de los días de su vida al máximo, siendo independientes y felices.
Y sí, por si tenías dudas, seré igual de pesado (o más) que la hija de Pedro si es necesario.
La tercera
Que estaré eternamente agradecido a mis padres por “obligarme” a estudiar Fisioterapia junto con CAFyD.
Yo voy a asegurarme de que mis seres queridos estén lo mejor posible hasta el final de sus días
¿Y tú?
Nº COL: 12211